martes, 20 de noviembre de 2018


LA BATALLA EQUIVOCADA
Carlos E. Lanusse, Ateneo de la República, 11-11-18
                                                                                                                                

“Dar la batalla equivocada es perder la guerra” C.E.L.

Los argentinos tenemos que elegir la batalla política que queremos dar para reordenar nuestra historia de grietas con pésimos resultados. Muchos creen que en 2019 daremos una batalla electoral y tal que un partido resultará ganador y colocará al presidente. Será una batalla entre partidos y sus adversarios electorales.
Nuestro punto de vista es muy distinto. En 2019 daremos una batalla entre la Nación y sus enemigos. Será entre nuestro sistema republicano-democrático y el enemigo autoritario, adicto al poder y basado en la corrupción. Una batalla entre sistemas enfrentados, más allá de la partidocracia de turno.
En la primera opción es comprensible que el peronismo federal, Cambiemos y otros partidos de derecha, conservadores políticos o la derecha del interés, concurran cada uno por separado a la batalla electoral.
Ahora, si se trata de una batalla entre la Nación y sus enemigos, entonces los partidos de derecha moderada y abierta deben unirse para ganar. Deben acercar posiciones para lograr un frente común, el único que puede derrotar  al engendro anti-nacional del populismo-cristinista y extrema-izquierda (ambos con la visión venezolana, iniciada en enfrentamientos partidarios electorales sin nivel).
Como ejemplos, conviene repasar dos batallas equivocadas, ocurridas durante este período de gobierno. La primera se refiere al enfrentamiento contra los factores de inflación, pobreza y recesión. El gobierno eligió la batalla gradual, con enorme error de predicción, pues la postergación de resultados agravó el problema: con mayor endeudamiento, déficit financiero y pérdida de credibilidad.  El gobierno no pecó de optimista sino que eligió mal su batalla por desconocimiento económico y político.
Otra batalla equivocada estuvo a cargo del peronismo federal, que con total ingenuidad sostuvo que a Cristina no había que combatirla, caería sola y en el olvido. Aunque, realimentada por las fallas económicas del gobierno, la ex presidenta creció en encuestas.
 pregunta boba es ¿Quién ganará? Y la valiosa, ¿Qué sistema gobernará?


Ética de la riqueza
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Es curioso y grotesco ver como el resentimiento contra el rico termina haciendo creer que la generación de riqueza es perjudicial para los pueblos. Hasta parece ser cristiano. Combatir semejante relato falso (de Cristina y la izquierda) pasa por entender la base ética de la creación de riqueza. Esta requiere dos reflexiones:
I.                   La riqueza no es un bien en sí misma, sino sólo un método para reducir la pobreza.

II.                 La riqueza ya no proviene del Capital y sus aplicaciones, sino del conocimiento tecnológico aplicado al trabajo y al capital, (nunca entendido por Marx).
Cuando el capitalismo ya no requiere plusvalía sobre el trabajo y sus ganancias provienen de aplicaciones tecnológicas, no hay explotación del hombre por el hombre y se afirma el valor ético de la riqueza. Mientras se alerta a un Trabajo que ya no es irremplazable.
Y se aclara la pregunta: ¿cuál capitalismo?, ¿el financiero o el de economía-real con tecnología?
LA BATALLA ECONÓMICA EQUIVOCADA
Durante el actual período presidencial dimos la batalla económica equivocada, pues el gobierno se concentró en la generación de recursos financieros, cuando debió dedicarse a la creación de riqueza. Se trata de dos conceptos diferentes, ambos dentro del sistema capitalista. Es que los recursos financieros pueden ser útiles, pero hasta cierto nivel de endeudamiento, a partir del cual la acumulación de intereses con altísimas tasas de interés resulta toxica para la riqueza.
Solo cuatro medidas: La batalla por la riqueza aún no comenzó y está a punto de perderse. Aunque girando ahora mismo, con cuatro medidas y apoyo político, el gobierno puede avanzar de cara al futuro. El presente está perdido.
Mantener alto el tipo de cambio, por ejemplo en 40 pesos por dólar, pero corregido por inflación. Es evitar la apreciación de nuestra moneda, como ocurre ahora que cae el dólar y suben los precios. Enfrentar la inflación con atraso cambiario es fabricar corridas cambiarias.
Continuar con el ajuste presupuestado, con la restricción monetaria y con la reducción del consumo. La recesión reduce el impuesto a los pobres, la inflación. El costo social de hacerlo tres años tarde explica el agotamiento de la credibilidad, pero ahora una marcha atrás sería aumentar ese impuesto.
 Reducir la tasa de interés rápidamente, aprovechando la caída del dólar. No como ahora en que se estira la agonía de ser asalariado o empresario de la economía real. Tasas bajas implican incremento de ocupación.
Indexar ahorros, a medida que bajan precios, dólar y tasas. Corresponde reducir impuestos e indexar ahorros (como en Chile), para interrumpir la carrera de tasas contra dólar y generar ahorro en pesos.
Aunque estas medidas, sin soporte político nunca funcionarán.

lanussecarlos2gmail.com






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