jueves, 29 de marzo de 2018

DECLARACION El Ateneo de la República y el Ateneo J B Alberdi conjuntamente manifiestan su voluntad de trabajar incansablemente en la defensa de la libertad y las instituciones de la democracia republicana. Hemos dejado atrás una década de oprobio y corrupción nunca vista antes en nuestro país. Una década en la cual políticas fundadas en el enfrentamiento condujeron a la división de los argentinos y cuyas secuelas aún subsisten. Hacemos votos para que el gobierno del presidente Macri pueda transitar los caminos que nos conduzcan a un país distinto, en paz y donde el progreso y la cultura del trabajo dejen definitivamente atrás el populismo y la pobreza. Con esta declaración queremos mantener despiertos a los argentinos en la recuperación de la democracia para que con su esfuerzo se de nuevo valor a la libertad y a la igualdad que proclamamos cuando cantamos con unción nuestro Himno Nacional. ATENEO JUAN B ALBERDI ATENEO DE LA REPUBLICA ADOLFO E ALSINA PRESIDENTE CARLOS E LANUSSE PRESIDENTE

jueves, 8 de marzo de 2018




VENEZUELA  

Si un observador imparcial y totalmente ajeno a la situación imperante en Venezuela  tomara conocimiento de la misma seguramente no sabría si reír o llorar.
Una economía desquiciada, con una inflación anual que ya supera el 1000%, desabastecimiento de los insumos más esenciales, carencia de medicamentos y vacunas con la reaparición de enfermedades como paludismo, sarampión o difteria, pacientes que deben emigrar para recibir tratamiento médico ya que en su país se ha tornado imposible por falta de todo tipo de fármacos y elementos de estudio.
Pero, mientras tanto, los principales líderes como Cabello o el mismo Maduro aparecen en difundidos videos bailando despreocupadamente salsa. Todo ello sin dejar de mencionar anécdotas como aquella que refería a Chavez encarnado en un pájaro.
Lo anterior sería nada si se piensa en las decenas de víctimas mortales causadas por la violenta represión de pacíficas manifestaciones. Muchos de ellos jóvenes desarmados ejecutados por policías o militantes armados por el Gobierno. De por sí Caracas es una de las ciudades con la más alta tasa de homicidios del planeta.
En varias reuniones del Ateneo,  cuando el gobierno de Cristina Kirchner  enfrentaba una situación crítica en su economía, algunos análisis suponían que,  por esta razón, el fin del kichnerismo estaba cerca.
El caso venezolano desmiente rotundamente esta hipótesis. Si un gobierno mantiene firmemente en sus manos los resortes del poder, cuenta con la complicidad de las Fuerzas Armadas y es apoyado por una chusma vociferante que lo apoya movida por las migajas que se le arrojan y por un profundo resentimiento de clase puede prolongar su vigencia hasta límites insospechados.
Todo ello destruyendo sistemáticamente las instituciones republicanas y apelando al fraude electoral más descarado.
Entonces ¿ cuál es el futuro de Venezuela?
Se ha planteado la posibilidad de una guerra civil, pero esta no es una salida, es la entrada a un infierno mil veces peor.
Además para la generación de tal fenómeno deben darse tres condiciones de manera simultánea, tal como ha quedado demostrado en otros como el de la guerra civil española.
En primer lugar la división de las mayorías populares en dos mitades irreconciliables. Esto sí ocurre en Venezuela.
En segundo lugar es necesaria la partición de las Fuerzas Armadas en dos bandos de poder comparable. Hasta ahora, en Venezuela, aquellas se han mostrado alineadas con el gobierno con escasísimas excepciones. Casi se diría en una actitud de abierta complicidad con participación en altos cargos.


El tercer elemento se vincula con el hecho de que las mayorías civiles enfrentadas tengan acceso  a armas de guerra. Exceptuando a militantes chavistas y parapoliciales la oposición solamente se ha manifestado de manera pacífica e inerme.
Por tanto, las condiciones objetivas para el desarrollo de un conflicto con características como las mencionadas están, al menos por ahora, muy lejos de darse.
Naturalmente, la vía para la búsqueda de una solución se basa en el diálogo entre el oficialismo y la oposición. El gobierno venezolano ha hecho tabla rasa con todas las instituciones que pudieran asegurar el funcionamiento normal de la república tensando al límite la cuerda y tornando muy difícil que aquella fructifique en un proyecto viable.
A pesar de la participación de mediadores internacionales se está lejos todavía de un consenso razonable.
Parece claro que la intención de los gobernantes de Venezuela  es básicamente ganar tiempo y desgastar a la oposición, lo que ya ha ocurrido con divisiones en la Mesa de Unidad Democrática.
Si cualquier proceso eleccionario futuro no constituye ninguna garantía, el porvenir es más que incierto.
Hay un antecedente histórico que podría ser aplicado en al caso venezolano.
En 1971 Mohammad Reza Pahlavi, el shah o emperador de Persia, celebró los 2500 años del Imperio Persa. Con un ceremonial fastuoso cuyo costo ascendió a más de veinte millones de dólares su régimen parecía casi invulnerable. Aliado de Estados Unidos, con unas fuerzas armadas de las más importantes de la región y una sociedad fuertemente occidentalizada nada hacía suponer que pocos años después, en 1979 el shah debía partir a exilio y el poder recaería en manos de los ayatollah.
Hubo dos hechos determinantes. Por un lado el vuelco de multitudes en las calles llevadas por una fe religiosa que corrió como reguero de pólvora, exigiendo cambios sustanciales en los altos niveles del gobierno sin aceptar tímidos intentos de liberalización por parte de éste.
Por otro la actitud de las fuerzas de armadas y de seguridad que, pasados varios episodios de dura represión,  lejos de acatar órdenes de sus superiores, abandonaron sus armas y se confundieron con los manifestantes.
Si estas circunstancias se dan en Venezuela van a ser insuficientes las plazas disponibles en los aviones para la huída de todos los integrantes de esa casta corrupta que hoy avergüenza a ese país y al mundo.