Compartimos este artículo cuyo autor es el Ing. Carlos Lanusse, presidente del Ateneo de la República y nuestro ultimo orador del año 2016 quien hace quince días nos brindo una interesantísima chala sobre el Pensamiento político independiente.
NUESTRA INSOLVENCIA POLITICA
ANTE UN FUTURO INCIERTO
La insolvencia política de los países democráticos se da cuando el poder político no logra resultados. Aunque cambie de manos democráticamente, si en cada ocasión electoral se modifican las reglas de juego y valores, el gobierno de turno tiende al fracaso por resultados. Ello explica la frase de Javier Gonzales Fraga: “Nadie quiere invertir en Argentina, porque no saben si en dos años vuelve el populismo”.
Explica la actitud renuente de inversores nacionales y extranjeros, pero también el desánimo de una juventud que no ve su horizonte. No tiene para creer.
Fabricar un presunto ambiente de negocios y una teórica seguridad jurídica no sirve cuando ambos pueden darse vuelta en cada comicio. Ante la insolvencia política nuestros mayores viven en la añoranza “todo tiempo pasado fue mejor”, y los jóvenes oscilan entre escepticismo y resentimiento por perdida de esperanza.
Insolvencias partidarias
Nuestros partidos políticos son cortoplacistas, viven y se movilizan con objetivos electorales a dos años y no dejan de modificar las reglas de juegos éticas, económicas y jurídicas en cada oportunidad. Nunca resolverán nuestra insolvencia política, transitan en ella, viven de ella, y por eso la justifican. Veamoslo en cada partido.
El partido peronista cumple su agonía por ser de masas y caudillos, ambos perimidos ante al avance de la capacidad analítica y cultural de un electorado independiente en el 75% de los votantes. Disperso entre grupos incoherentes de intendentes, gobernadores y sindicalistas, no ofrece nada orgánico a futuro. Ningun proyecto compartido, ningún líder común.
El Frente para la Victoria es un residuo tóxico. Representa la corrupción, la traición encubierta a la patria, el continuo-descalificante de Cristina en tribuales, ambigüedad sistemática en la muerte de Nisman y un engaño por
relato a pobres e incultos. Mas su enorme lastre económico por impericia manifiesta.
La coalición gobernante vira a colisión. Es que la falta de resultados agota, sacude, genera culpas, pérdida de iniciativa y dedicación a la búsqueda de excusas. No demuestra un proyecto político-económico sino una acción al tanteo y en zigzag. Pierde cuando descalifica verbalmente a su adversario, ganaría si lo descolocara con hechos. Su creciente gasto público es una sombra populista en nuestro futuro, ¿cómo creer que ahora esta preocupado por ese gasto si recientemente acrecentó el “gasto social” (para ganar eleciones)?
La perdida fiscal (neta) del proyecto Massa alcanza a 13.000 millones, el gobierno dice que es mucho pero cedió 30.000 millones a piqueteros. ¿Es Pérsico-sí, Massa-no, a puro partidismo? ¿Acaso no son 43.000 millones que alimentan la inflación y perjudican a piqueteros y trabajadores? Continúa la puerta giratoria de la economía.
El Frente Renovador, “franja de Massa” según Jorge Asís, trabaja en acuerdos constantes. Un día con el peronismo, otro con la gobernadora Vidal, después con el progresismo de Margarita Stolbizer y ahora con el kirchnerismo. Construye ante la falta de realizaciones y esperanzas, nada imprevisible, desde que no fue aceptado como interlocutor en 2015.
Su “détente” a la francesa, lo deja como máximo común denominador de la oposición, pero ¿cuanto dura esa oposición inconsistente y amontonada?
En resumen, el resultado de la enorme parcialidad partidaria sin rumbo unificado ni de conjunto, apunta a más y mayor insolvencia, en total perjuicio para la Nacion.
Insolvencia en el escenario global
El fenómeno de insolvencia política no se da sólo entre nosotros, lo ocurrido en Inglaterra, EEUU, España, Italia y Francia, un corrimiento a la derecha con crecimiento del “antisistema”, es el resultado de la impaciencia de los ciudadanos europeos. No encuentran resultados y lo asocian con el comportamiento “políticamente correcto” de políticos y partidos. Corresponden exactamente con nuestra demanda “que se vayan todos” desde tiempos de la Alianza y hasta ahora.
Insolvencia y gradualismo
El gradualismo empleado impidió mostrar resultados importantes durante el primer año, ello determinó la pérdida de confianza de vastos sectores de la economía y la política, y el gobierno se ve obligado a desandar sus promesas de campaña. Prefirió actuar a la desesperada en estas elecciones que enfrentar antes los problemas reales.
El gradualismo se derrotó a sí mismo. Aunque está claro que para atacar los problemas desde el primer día se necesitaba un proyecto económico-político sustantivo. Algo que nunca tuvimos.
En esta urgencia el gobierno resigna objetivos iniciales contra la inflación y la politización de la economía, acrecentando el déficit fiscal, el endeudamiento nacional y la financiación de piquetes a cambio de nada. Es el plan ceder, hijo putativo del gradualismo.
Hoy carece de autoridad para quejarse cuando le reclaman promesas incumplidas, es el resultado de la indecisión inicial y el rechazo de la máxima de Macchiavello: “En caso de hacer el mal (ajuste), debe hacerse todo junto”
Insolvencia o Acuerdo
La insolvencia política se resuelve con acuerdos políticos de largo plazo, nunca durante la campaña electoral donde prevalece el cortoplacismo. Los independientes resultan el soporte político adecuado para aguantar el largo plazo, su independencia racional y análisis político evitan dogmatismos, van por los intereses de la Nación…Y exigen coherencia.
Por el momento la actitud de la gobernadora de Buenos Aires vale, se ocupó de renovar su acuerdo con Massa, de cambiar su ministro de gobierno por un ex intendente del peronismo y ensaya un acuerdo con otros intendentes del mismo origen.
Es la anulación del gorilismo por su falta de respuesta a la liquidez política. El reconocimiento de que con partidos aislados no vamos a ninguna parte, que las “internas” permanentes no sirven y que, cuando no hay un proyecto claro, preciso y entusismante, la contención se hace en conjunto.
Los desacuerdos entre Massa y Macri alimentan nuestra insolvencia política, propician la carrera partidaria a ninguna parte y no enfrentan la
causa de impuestos conflictivos y economía sin crecimiento: el gasto público. El enfrentamiento entre ambos significa que las reglas de juego económicas están en el aire y en ese contexto no crece ningún país.
Algunos acuerdos fecundos logrados en el Congreso demuestran que un Acuerdo Grande es posible, sino indispensable. O nuestra democracia insolvente continuará su carrera a la pobreza.
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