domingo, 20 de octubre de 2019


                                                 QUE VOTAMOS EL PROXIMO DOMINGO

NO VOTAMOS UN CANDIDATO. VOTAMOS UNA ESPERANZA. UNA ESPERANZA DE UN FUTURO DE LIBERTAD Y DEMOCRACIA.
NO VOTAMOS UN CANDIDATO. NO DEBEMOS VOTAR A AQUELLOS QUE DURANTE DOCE AÑOS SAQUEARON EL PAIS Y LO HUNDIERON EN LA CORRUPCION.

lunes, 14 de octubre de 2019


                                                                  LAS INSTITUCIONES

El libro “Por qué fracasan los países” plantea una hipótesis interesante. El fracaso o el éxito de un país no depende ni de su geografía, de sus recursos naturales, su población o su raza o religión.
Depende de la calidad de sus instituciones.
Siguiendo esta línea es pertinente analizar varias de las instituciones que pueden determinar en su funcionamiento que Argentina abandone décadas de frustración y retraso.
Solamente una mirada a los niveles de pobreza crecientes en las últimas décadas así lo requiere.
Ser pobre no es solamente no poder adquirir una canasta básica de alimentos, significa una marginación en muchos aspectos: carencia de una educación siquiera básica, una vivienda digna, servicios de agua potable y cloacas y, por cierto, la imposibilidad de contar con un trabajo estable y no depender de ocupaciones ocasionales o de dádivas del narcotráfico.
Frente a una estimación de la pobreza que está en torno del 35 % todo hace pensar que podría aumentar en un futuro no muy lejano; el problema no se resuelve incrementando planes sociales, el único camino para su reducción está en la generación de empleo privado y genuino. Cualquier otro intento de solución está destinado al fracaso.
De ahí la importancia de contar con instituciones que permitan lo anterior, con la finalidad de fomentar inversiones ya sea del exterior o de los mismos argentinos.
Una institución indispensable en este sentido es un marco jurídico que garantice la seguridad en el cumplimiento de las normas y el respeto por la propiedad privada. El ciudadano argentino está cansado de que los gobiernos le metan la mano al bolsillo: le canjeen los pesos depositados por bonos, le pesifiquen  los depósitos en dólares o sus ahorros queden secuestrados dentro de un corralón o un corralito. Por esto, no es de extrañar que el sobrante de pesos que alguien pueda tener lo utilice para comprar dólares que, en una caja de seguridad o donde sea quedan fuera del circuito financiero.
Otra institución en vías de desaparición es la moneda. La emisión sin control para financiar un déficit estatal cada vez mayor ha generado aquella: un peso de hoy es la diezbillonésima parte del antiguo peso moneda nacional (¡trece ceros !) En La Nación del 29 de septiembre pasado se da cuenta de un ejemplo que sería cómico si no fuera trágico: Si hoy regresara al país un distraído nonagenario que lo hubiera visitado en 1946 y trajera la moneda de 20 centavos que le había permitido tomar un café, alguien le podría hacer el cálculo de que hoy necesitaría 250 millones de camiones cargados con 20 toneladas cada uno con esas monedas, si se hubieran mantenido en circulación. Puestos uno detrás de otro la fila de camiones daría 25 vueltas al ecuador terrestre.
Por lo anterior la Argentina tiene una tasa de ahorro en relación al PBI solo comparable a un país subdesarrollado. Sin ahorro no hay inversión y sin inversión no hay generación de trabajo genuino.
Asimismo es necesaria una modificación de una estructura laboral rígida y obsoleta de la cual se benefician, en primer lugar, dirigentes sindicales muchos de ellos corruptos y de prácticas mafiosas, como se ha visto con el dirigente Medina de la UOCRA, sin cuya connivencia no era posible iniciar una obra en la ciudad de La Plata.
Aquellos que tienen un trabajo en blanco gozan de sus beneficios pero quienes lo buscan encuentran enormes dificultades porque cualquier empleador prefiere, en lo posible, evitar contratar más personal si puede encontrar otra solución otorgando horas extras  o inclusive apelando al trabajo en negro. Lo anterior es consecuencia de pesadas cargas laborales y la llamada “industria del juicio” por la cual abogados inescrupulosos elaboran demandas extravagantes y muchas veces el empleador debe hacerse cargo de las costas resultantes aun cuando gane el juicio. Aquellos países que han flexibilizado las normas y los contratos de trabajo exhiben, paradójicamente las menores tasas de desocupación.
Si las instituciones mencionadas no sufren los cambios o modificaciones para un funcionamiento diferente difícilmente Argentina pueda encontrar un camino de progreso y salga del atraso y estancamiento en que se encuentra.